martes, 2 de septiembre de 2014

Asiento 10C.

Comienza septiembre. Mes de cambios y emociones. Mes de despedidas y de decir "Hola" a la vez. Sensaciones agridulces en cualquier caso. Comienza una etapa nueva, dejando atrás cosas demasiado importantes para mí como para no despedirme a lo grande.

Este es el caso del deporte que me ha acompañado desde que recuerdo. Ese deporte que me ha llenado, disfrutando de él hasta en momentos donde no era tan fácil hacerlo: el pádel

Sentado en el asiento 10C del avión con destino al último campeonato, miro a mi alrededor y me doy  cuenta de que no es el deporte en sí lo que me hace ser un apasionado de él, sino las personas que forman la familia de la FMLP. Personas que significan tanto para mí que costará acostumbrarse a no pasar con ellos las tardes de invierno y mañanas de verano. 

Tantos son los momentos mágicos que he vivido con esta peculiar familia. Tantas las risas, las canciones, los "VAMOS MELILLA". Tantos los abrazos, las miradas y las sonrisas cómplices. Tantos los amigos

Padres, jugadores y entrenadores, todos unidos para ser un equipo. Un equipo que, gane o pierda, es la envidia por su actitud y buen rollo. 

No creo que pueda olvidar las risas con mi querido Pablo Vinagrero que, aunque lleve 5 horas soportando niños traviesos (y no tan niños) bajo el Sol, no pierde la paciencia y siempre intenta sacarte una sonrisa para hacer más ameno entrenamiento. Gracias por preocuparte por mí cuando he estado mal y hacer que me olvide de todo dentro de la pista. 

Por otro lado, y siempre en la sombra, nuestra Vanina. Ella se encarga de que todo salga a la perfección y de que lo pasemos lo mejor posible. Siempre llevaré conmigo los viajes en coche cantando por Shakira a todo pulmón, las risas y todas esas anécdotas que me encantan sobre su Argentina natal.

Sentado en el asiento 10C del avión con destino al último, miro a mi derecha y encuentro el rostro de la persona que ha hecho posible que yo esté sintiendo esto que escribo, la persona que ha llevado el pádel melillense a lo más alto: Christian Volpe. Entrenador impecable, persona inmejorable. Sólo él es capaz de darle la vuelta a un partido con tan sólo unas palabras. Sólo él sabe, con una mirada, si estoy feliz o si he tenido un mal día. Nuestro jefe, entrenador, líder, "papá mono"...y amigo. Gracias por hacerme sentir especial y por creer en mí en los momentos en los que ni yo lo hacía. 


Aún quedan unos días para que todo esto acabe y los pienso disfrutar al máximo, exprimiendo cada momento hasta la última bola y siempre con el mejor compañero que he tenido y tendré jamás: Antonio. ¡Vamos a por él!

Sólo me queda decir GRACIAS por dejarme formar parte de esta familia. Os llevo en el corazón, siempre conmigo.











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